Del
latín Manes, ium. De tercera
declinación, masculina; significa dioses de muertos o morada de los infiernos. Posiblemente,
ésta palabra derive del adjetivo “bueno” en su forma arcaica, en contraste
con la palabra immanis, que significa terrible.
Sin embargo, este término no tiene aún una terminología clara.
Los
dioses Manes son deidades de la Antigua Roma. De ámbito casero, las familias
romanas los adoraban en su ámbito doméstico y de la vida cotidiana. Estos, de índole telúrica, es decir, de la
tierra y el inframundo, eran representaciones de los antepasados y fallecidos. Por
ello, eran invocados en las inscripciones funerarias, bajo el título Dis Manibus o Dis manibus Sacrum, que significa “A/para los dioses Manes” o “Consagrado
a los Dioses Manes”.
En
ese culto, se incluían a varios tipos de espíritus, denominados larvae o lémures, lares, genius y penates. Algunos eran guardianes o protectores, mientras otros
eran ánimas del inframundo, provenientes de hombres malvados. Mas comúnmente se asociaban como dos partes
de un mismo concepto. Para estas deidades domésticas, se le hacían ofrendas de
alimentos o de sangre, dependiendo del ánima.
Esta
tradición de venerar a los antepasados no es algo exclusiva de la civilización
romana, pues en la Antigüedad, había civilizaciones que practicaban un culto
similar, como en el Antiguo Egipto o el Imperio Aqueménida. Además, se han
hallado que en los pueblos béticos y en el resto de Hispania ya existía un homenaje
similar a los fallecidos mucho antes de la conquista romana.
Bibliografía:
[Ultima consulta: 31/XII/2013; 19:03 ]
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